¿Quién dijo que cumplir un sueño era fácil, jajaja?
Intencionamos, visualizamos, prendemos velas pidiendo que nuestros deseos se hagan realidad, pero ¿Qué pasa cuando logramos manifestarlos?
Muchas veces no solo sentimos felicidad, satisfacción y orgullo, sino que también aparece el miedo, la ansiedad y la angustia.
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Esta semana presencie muchos sueños cumplidos:
Una consultante que se va a vivir afuera después de años de planearlo. Una amiga que tuvo gemelos después de años de buscar quedar embarazada. Otra consultante que abrió un emprendimiento después de meses de postergarlo. Yo que di una clase para casi 100 personas en un nuevo proyecto que vengo creando hace un año…
Todos sucesos muy esperados que cuando llegaron nos subieron a todas a una montaña rusa emocional.
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Porque cumplir un sueño implica cambiar, moverse de zonas cómodas y seguras para empezar caminos nuevos.
Además, cuando manifestamos un deseo en alguna de las áreas de nuestra vida, todo el resto de las áreas se ven afectadas. Y quizás hay movimientos que no tuvimos en cuenta en la previa.
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, pensá en algún sueño que hayas cumplido...¿qué emociones aparecieron?
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El tema es que sentir este sube y baja emocional puede hacernos dudar: Si la decisión fue la correcta, si quizás no era el momento o no estábamos preparadas, también puede hacernos enojar con nosotras mismas por no estar disfrutando el logro al 100% y hasta puede aparecer la voz del no merecimiento.
Pero , nada de esto es cierto.
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Es importante aceptar, abrazar y validar la montaña rusa emocional de los sueños cumplidos. Sin juzgarnos ni exigirnos estar con cara de feliz cumpleaños 24x7.
Porque cumplir sueños muchas veces también significa cambiar parte de nuestra identidad. Y eso, queridas amigas del newsletter, no es tarea sencilla.
Así que bienvenidas sean esas lágrimas de emoción mezcladas con miedos, ese nudo en el estómago de ansiedad, esas cosquillas en la panza de nervios… son todos mensajes de que estamos cumpliendo ese sueño que tanto deseamos manifestar.
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¡Gracias por estar del otro lado! Nos leemos el próximo sábado.
Beso grande, Pau.
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