Sigo. Pasaron casi dos meses hasta que la volví a ver a Maru. Ni bien la saludé me di cuenta de que algo había cambiado en su vida. Sus ojos irradiaban una nueva energía y no podía evitar sonreír mientras me hablaba.
Me contó que estaba avanzadisimaaa con su nuevo proyecto.
Entre nuestras conversaciones y las palabras de Rebecca, se dio cuenta de que en el fondo ella siempre había sabido lo que quería pero nunca se había animado ni a decirlo en voz alta.
También me dijo que “de repente” recordó de lo que de niña deseaba ser cuando era grande y se dio cuenta de que ese sueño está alineado a esta nueva idea.
Buscó tribu (que estaba mucho más cerca de lo que ella se imaginaba) para qué la acompañe en este viaje y todo estaba fluyendo.
Sorpresa, emoción, orgullo… todo junto sentí mientras la escuchaba.
En dos meses pasó de sentirse perdida a tener un planazo a punto de lanzarse.