Diciembre puso toda mi rutina patas para arriba. Entre el mundial, el calor y algunos temas familiares me fue imposible mantener el orden que sostuve durante el resto del año.
La verdad es que mi 2022 fue demasiado virginiano (orden, plan y estructura). Fue la única manera que encontré para equilibrar la maternidad con la vocación más todo el resto de la vida.
No les voy a mentir, más de una vez me sentí aburrida por tanta rutina. Todos los lunes iguales, todos los martes iguales… y de repente otra vez viernes y así volver a empezar.
Varias veces frené para revisar qué cambios quería hacer, qué horarios podía ajustar y qué actividades quería sumar o dejar.
Hoy, viendo todo el año en retrospectiva, siento que logré un buen equilibrio entre todas las áreas de mi vida. Lo que en el corto plazo se sintió aburrido, a largo plazo fue una buena decisión.