Con esta introducción pasemos a mi historia…
Paula del 2016 estaba muy cerca de vivir uno de esos hitos, pero muy lejos de saber cómo gestionar su mundo emocional.
Tenía que tomar una decisión trascendental y sus pensamientos eran su peor enemigo: “¿Cómo vas a tirar a la basura todo lo que lograste? ¿y si te arrepentís? ¿y si a alguien le pasa algo por tu culpa?”
El deseo estaba claro. Pero todos mis miedos me llevaban a “fingir demencia” (amo esta frase de una consultante).
¿Qué significa eso? A hacerme la distraída, cajonear mis ganas y seguir en automático como si nada.
Cuanto más estiraba mi decisión, más crecían estos sentimientos.